El flexiterianismo
- websalut97
- 20 abr 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 5 jun 2019

Una alimentación flexiteriana.
A la hora de escoger una dieta alimentaria, las opciones son infinitas. En los últimos años, las opciones de alimentación vegetarianas han ido en aumento, aunque también ha empezado a extenderse un nuevo término: el flexitarianismo. En realidad, esta dieta siempre ha existido, pero tiene nombre desde finales de la pasada década, en concreto, desde 1992. Por ejemplo, según el informe de “The Green Revolution”, en España los flexitarianos son el grupo más numeroso, representando un 6,3% de la población actual española mayor de 18 años, es decir, casi dos millones y medio de personas.
El flexitarianismo procede de la unión de los términos ‘flexible’ más ‘vegetariano’ y se trata de aquellas personas con una alimentación basada en una dieta vegetariana – sin llegar a ser un tipo de vegetarianismo –, pero que de manera ocasional y excepcional, por diversas razones, consumen en pequeñas dosis algunos productos de origen animal, como mariscos, pescados, aves y carnes. En otras palabras, un flexiteriano (del inglés flexitarian) no se define por lo que come, sino por la frecuencia con la que lo toma. De hecho, la carne o el pescado no son los protagonistas del plato, sino que tan solo son un complemento de verduras, hortalizas, legumbres, cereales y alimentos de origen vegetal. Gracias a estos aportes puntuales de carne o pescado, en consecuencia, de proteína animal complementan la dieta vegetariana y evitan algunas carencias más o menos comunes en la misma, como las de vitaminas del grupo.
Organismos oficiales como la OMS y los gobiernos de muchos países ya están recomendando la reducción de productos de origen animal, a pesar del enorme poder del lobby de la carne. Por ejemplo, según el estudio de un equipo internacional de expertos en la prestigiosa revista Nature, conseguir llevar una dieta flexiteriana – vegetariana en un 80% y a base de proteína animal en un 20% – ayudaría a reducir el desperdicio mundial de alimentos y conseguiría una producción agrícola más ambientalmente sostenible. Precisamente, el trabajo cuantifica cómo la producción alimentaria y su consumo afectan a los límites que aseguran la sostenibilidad del planeta y advierte que el cambio climático no se podrá mitigar si no se acompaña de cambios en la dieta y una alimentación más diversa.
Anaïs Faner
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