top of page

La macrobiótica, la dieta basada en las fuerzas del Yin y el Yang

  • websalut97
  • 3 jun 2019
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 5 jun 2019

George Ohsawa​ fue un filósofo japonés fundador del sistema de enseñanzas conocido con el nombre de "macrobiótica". Etimológicamente, el origen de la palabra griega “macro” y “bio” significa “gran vida”, pero también la capacidad de vivir la vida de una forma grandiosa y magnífica. Siguiendo esta línea, la palabra microbioótica hace referencia a un modo de vida donde no hay alimentos buenos y malos, sino que cada uno posee una energía y unos nutrientes determinados. En todo caso, la falta de rigor científico de esta dieta comienza en sus cimientos, concretamente en 1961, porque se basa en la separación de los alimentos según un parámetro invisible: su energía interior, es decir, el Yin (fuerza suave, alcalina o femenina) y el Yang (resistencia, ácida o masculina). Es más, los régimenes macrobióticos buscan este equilibrio de energías y para conseguir la armonía deseable según la filosofía del budismo Zen, creen que deben ingerir proporciones del 5 al 1 a favor del Yang.


Las principales características de esta dieta son una presencia prioritaria de granos integrales y también, aunque en menor medida, de hortalizas. Además, existe un porcentaje de un 5% al 10% de sopas, legumbres y algas. De hecho, George Ohsawa, su creador, clasificó las dietas macrobióticas en diez niveles, eliminando en cada nivel un grupo de alimentos. Entonces, en el nivel superior solo se puede ingerir arroz integral, mientras que en su séptima y última etapa se convierte en una dieta absolutamente deficitaria, ya que se comen solamente cereales limitándose incluso el agua.


La pirámide de la macrobiótica.


Según Joana Palmero, terapeuta en medicina china y consultora macrobiótica, “la pirámide con la que se trabaja en macrobiótica era la forma de alimentación practicada por nuestros antepasados hace unas décadas, cuando se comían mayoritariamente cereales integrales, verduras y hortalizas y fruta”. Aun así, diversas investigaciones científicas han expuesto diversos motivos para no creer en la dieta macrobiótica. Un ejemplo es el libro “Más vegetales, menos animales”, publicado en 2016, donde los autores Julio Basulto y Juanjo Cáceres exponen que los fundamentos de esta dieta no tienen ninguna explicación racional ni sustento alguno, sino que más bien generan desconfianza en tratamientos médicos de eficacia probada, lo que pone en riesgo la salud.


Precisamente, otras investigaciones han revelado que la dieta macrobiótica es una de las más seguidas por las personas que padecen alguna clase de cáncer, aunque en la realidad, en estos casos seguir este tipo de alimentación alternativa aumenta el riesgo de muerte. Aquí es importante tener en cuenta el estudio que hizo Skyler Johnson, un joven oncólogo estadounidense, donde comparó los casos de 281 personas con cáncer que optaron por pseudotratamientos y otros 560 pacientes que confiaron en la medicina real (quimioterapia, radioterapia, cirugía y terapia hormonal). Los resultados fueron los siguientes: las mujeres con cáncer de mama que siguieron esta medicina alternativa aumentaron su riesgo de muerte un 470%, los pacientes de cáncer colorrectal un 360% más y los de cáncer de pulmón, con peor pronóstico en general, un 150%.


Anaïs Faner

Comentarios


bottom of page